viernes, 27 de septiembre de 2013

Retazos


01/08/2013
-Pinche adorable. Te quiero mucho mucho mucho y es obvio que eres parte de la mejoría en mi vida, eres como alguien que es De Siempre para mi, desde que te conozco sentí eso. No me dejes, ¡Fight the round! Vale la pena jejeje

-Gracias por permitirme acompañarte en éste camino. Y espero adelantar el paso lo suficiente para quizás poder ir de la mano en algún punto. Hoy fue un buen día y lo pasé a su lado, verdadera voz del árbol, gracias de nuevo.

-Tenemos mucho q hablar aun, de nada. Cuenta conmigo. Tenme presente en tu lista de los primeros en los q puedes confiar jijiji

-Así es arbolito, y es así. Tu confiarás en mi a su debido tiempo. Descansa arbolito, buen día mañana.

24/09/2013

- (...) Me es muy difícil compartirte a ti, a veces. (...)

-Ojalá todo pase pronto. (...)
-Soy un intratable manojo de ego. Me conociste en plena trasmutación. No quito el dedo del renglón. Pero sera en mi propio bien A cualquier costo. (...) Lo siento. No deberias siquiera considerarme, no lo merezco. No me prestes atención. No me quieras. Gracias. (...) Wey, Siento que soy mal pedo contigo por no vernos (...) Que tienes una idea toda rara d mi o no se, en fin, lo he notado cuando hablamos, y cuando eres no imparcial o hasta adulador. Te repito. No lo merezco.

-(...) ¿Y luego? (...) Soy así porque me gustas, porque te quiero, te extraño, me preocupa saber que te pasa, pero tu te alejas de mi. (...) Dices que cuando estas mal te alejas, ahora a esperar otro mes, o qué se yo (...)

-(...) Porque me siento debilitado cuando estoy contigo (...) Wey no merezco que esperes. No quiero ser un obstáculo, O un capitulo inconcluso. Si necesitas salir con alguien, O estar con alguien, O no se... No quiero ser obstaculo. Menos ser algo que se deja ver como vegetal... Nada mas cierta temporada, la verdad es que solo yo se mis pedos. Wey luego me cuentas tanto, yo no te digo ni la cuarta parte a veces de todo lo que me pasa porque no me gusta que te angusties y te cargues y porque a fin de cuentas, se resuelva o no, lo tengo que ver sin apoyo. Todavía pudieras ayudarme... A mi, por ejemplo me gustaría ayudarte cuando te veo en problemas Yo te agradezco que me cuentes, mucho, en serio. (...)

- (...)Y me decías a mi codo y avaro por no compartir mi dinero; creo que la codicia peor es no compartir lo que realmente somos con aquéllos a quienes llamamos nuestros amigos.
-Cuando me dices cosas así, Me siento juzgado y lo único que haces es alejarme. (...)
-¿Y tu no me juzgas? (...) No te sientas culpable, y no te culpo.

-¡Sorpretza! Soy un monstruo. Descansa. Cuidate, se te aprecia y perdón por todo, se q no lo olvidaras pero ojala no me odies para siempre o me guardes rencor. (...)
-No te juzgo. Aún el trono del juez está muy por encima de mi, y realmente ser juez no es para mi la bienaventuranza. Me vale madre ser juez, lo que te dije es solo mi punto de vista de un punto malo tuyo que podrías corregir, si lo tomas como juicio, tu me juzgaste un putero de veces sin darte cuenta. (...)
-Se necesita de dos, aunque muchas veces hablas de lo que tuvimos como algo solo tuyo y tus conjeturas, etc. No quiero llevarte de corbata ni ser tu obstáculo. (...) Lo que pasa es que me fie ciegamente y tus llegadas tarde las interprete como que ya me habías tomado medida. (...)

-Si, recuerdo lo de la medida, era un concepto que no conocía. (...)
-Si, tomar medida. Decir este wey ya lo tengo, así que me vale, ahí va a seguir. (...)
(Que horrible fue aprender eso de ti).

-¿Tu lo hiciste en tu pasado? Yo no sabía que es eso de tomar medida, y créeme que no es lo que hago, ni he hecho. (...)
-Pero también... Yo no estoy bien, soy una persona con mucha lucha actualmente y no puedo ofrecer una relación genial, además de que soy un manojo de expectativas y quedarme esperando como pendejo ha marcado varias experiencias para mi (no me justifico pero tras varios infortunios te frikeas, o no?)

(Oh si... Como llegar de Teotihuacán a las 6 y llamar una y otra vez durante DOS HORAS afuera de la terminal a un teléfono que nadie contesta porque según no sonaba, y que justo ese día, después de abandonar la esperanza al ver que ya oscurecía, regresar a casa con la mente inflamada de dudas, revisar y ver que las redes sociales muy de esas mostrasen actividad, y la respuesta fuera me dormí, se me fue el pedo; vaya que frikea. Porque claro, esperar a alguien en bellas artes más de 30 minutos es un pecado mortal que debe ser castigado con intolerancia y desconfianza, ¿cómo alguien va a ser más importante que estar encerrado fumando y viendo documentales? O la vez que uno llega tarde a llamar de un teléfono público para que le habrán a uno la puerta y en vez de decir, ahí voy, espera, vete acercando, decir "¿que no hay nadie mas que abra? ¡Ay wey! ¿En serio no nadie más que te abra?". O que cada que besaba su cuerpo, sus hombros, su espalda, cada vez que lo hacía y se cansaba se daba la vuelta y se dormía, dándome la espalda; y que en cada oportunidad que hubo, de esas ocaciones, solo una vez sentí sus labios en mis hombros y mi espalda, y solo porque yo estaba demasiado cansado como para seguir haciéndoselo. O esperar la llegada del viernes en la noche, llamar y escuchar un "mejor luego, estoy 'Relajado'". O cancelar y posponer planes y esperar una llamada mágica de sábado que nunca llega y de pronto sorpretza, ando bien pedo en casa de un amigo. Si, claro que frikean esas cosas, son cosas que frikean en verdad, en serio comprendo lo mucho que te frikeas con ese tipo de cosas. Créeme.)

-Ya no soy tan necio como para no querer a alguien y retenerlo, me voy o nos vamos, o se va, pero se acaba. Es la prudencia mas pequeña que puedo ofrecerme. Evitarme mal karma y hablar claro. A ti te quiero, y te pedi mantenerte en mi vida pero es una decision revocable, nada te obliga, no hay nada firmado, no es un contrato, no te exijo nada, no te culpo si dejas de hacerlo. (...) Que importaría si lo hubiese hecho y tuviese el mórbido descaro de admitirlo? Ayudaria en algo? Por supuesto que no, lo bueno es que no tengo que mentir. ... Lo que creo es que tu sientes que yo te tome la medida, pero no espero nada de ti, y estoy consciente que lo que nos hemos dado (al menos lo positivo) ha sido de corazón de ambas partes y en todo caso me quedaría con eso.

Yo también me quedo con eso. Con lo positivo. Me quedo en el "buenas noches" del primero de agosto del dos mil trece.
A partir de ahí, todo drama, es solo un mal sueño.
Me quedo con mi cuarzo rosa en el metro, me quedo con mi ojo de tigre en la cineteca, me quedo con los saludos al sol empapado de sudor, me quedo con mi foquita de obsidiana y mis piedritas, me quedo con la carrera bajo la lluvia y los gritos en japonés, me quedo con su dedito chiquito del pie y con la tostadora valiente, me quedo con su olor a incienso, me quedo con las cosquillas, las risas, los troleos a la gente en el metro, con nikki y con la viejirri, me quedo con sus mensajes de texto.
Yo no, nunca, he retenido a alguien que no quiero, tomar la medida es un concepto nuevo que considero una de las peores bajezas. Pero si quiero retener a quien quiero, el problema es que no se cómo hacerlo sin garras ni tentáculos negros. Por eso, Me quedo aquí, en el banquito, en la esquina del cuadrilátero, descansando. "¡Fight the round!", me dijo; y eso haré.
Pero a su tiempo...
Aún tengo mucho que procesar.
Qué horrible es ser así, que horrible es luchar internamente con mis propios demonios y paranoias.
:(
Pero de algo estoy seguro: venceré.
Y como dice la canción que una vez le dediqué (y eliminó de su muro, por cierto jajaja):

(...)But for now
Let us dance away
This starry night
Filled with the glow of fiery stars
And with the dawn
Our sun will rise
Bringing a symphony of bird cries
Don't bring me down now
Let me stay here for awhile
You know life's too short
Let me bathe here in your smile
I'm transcending
The fall from the garden
Goodnight.

Alzo mi copa y brindo por una nueva amistad.

jueves, 26 de septiembre de 2013

La vida también tiene sentido del humor.

Después de todo el cataclismo de la madrugada del miércoles, después de todo el berrinche, de todo el torbellino, siento alguna culpa. Pero considero que fue mejor sacar todo eso en un mini-cuento que vomitarlo encima de una persona. Se que mis palabras a veces propician muchos males, pero entre menos sean, será mejor para mí y para los demás. Ahora me doy cuenta de que muchas cosas pasan por algo, y que ésto que ha ocurrido es para darme la lección de que es necesario un cambio en mí. Aprender a ya no aplicar el "Dando y Dando" será una de mis próximas metas. Al igual que empezar a procesar éstos sucesos más rápido, pues no puedo seguirme permitiendo estar estancado por tanto tiempo. La auto compasión, quizás, es el peor de mis defectos, después de la ira y la rencorosidad, claro. Mi paranoia, otra de mis barreras a destruir, me lleva siempre a pensar estupideces que alimentan la ira, a la cual yo llamo "la serpiente".


Pensamientos como:
"Ahora resulta que mi maestro de Thelema es un Yogi. Alcanzar la iluminación sin importar a quién te lleves de corbata y aunque debas tomar medidas".
"¿Y si por eso el universo puso en mi camino a su ex, incluso antes de conocerle? Nunca quise creer nada de lo que me dijo pero... Quizás todo son mentiras".
Son pensamientos que en verdad me hacen daño. No se por qué llegan a mi, ni se por que son tan numerosos. Quizás mi mente usó ese mecanismo para prevenirme de lo que pudiera pasar. Pero, ¿y si no es así? ¿Y si solo alucino?
Ya no se quién dice la verdad. Dudar tanto es malo, pero mi fe se tambalea. Ya ni siquiera se qué es verdad. Qué asco es desconfiar de alguien a quién amas, pero da más asco desconfiar de uno mismo. ¿En qué momento me volví así? Inseguro...
Dudar y pensar todo el tiempo es algo que me saca de muchos apuros en mi carrera, pero en la vida... Es un infierno.
Ah... Las traiciones. Esos eventos que marcaron mi vida (¿Para siempre?), al punto en el que incluso su nombre, a pesar de significar "Luz de Dios", es para mí un mal augurio. Y es que no es lo mismo "Luz de Dios" que "El portador de la Luz" (Lucifer), pero vaya que son semejantes.

Ya no puedo ir por ahí obstaculizando a todos con mi patético papel de la víctima. Ya no puedo ir por ahí pensando cosas malas de medio mundo para prevenirme de algo que ni si quiera se si es cierto. Pero lo más importante, ya no puedo seguir haciéndome daño a mí mismo.

Quizás, pensándolo un poco mejor, si deba aplicar una dowhatthouwilteada de vez en cuando, pero no tan radical, claro.
Y es que yo aún no puedo andar dowhatthouwilteando por la vida así como así, aun las culpas troles me invaden demasiado. Aún no puedo alcanzar mis metas a cualquier costo. Aún no puedo cortar de tajo lazos sin sentir remordimientos. Aún no puedo volar sin que me importe un carajo cuánto van a extrañarme. Aún no puedo ser feliz a pesar de los demás :(
Qué horror...

¿Pero y si las cosas no son así?
¿Y si todo es invento mío?
¿Y si toda mi realidad es un absurdo? Un mal entendido de todos los mensajes que el universo me da.
¿O no?

Ahora lo que me más me preocupa es deshacerme de la serpiente.
La tengo enroscada en el corazón, me lo estruja... Pero de ninguna manera voy a soltarla. No emanaré al cielo una negra serpiente para que busque y destruya lo que la originó. Ya no. Porque ahora se que yo mismo la he originado. Y que todas las serpientes que he emanado, si bien han echo mucho daño como lo ordené, terminan retornando a su origen, negras, tenebrosas, regresan su veneno a mi corazoncillo.Yo mismo soy el que se toma todo a mal, yo mismo soy el que ve al diablo en las personas, yo mismo me condené a desconfiar de todos solo porque algunos me han hecho daño, yo mismo soy el que se sabotea, yo mismo soy el que retiene, no con lazos dorados, sino con tentáculos negros a aquéllos a quienes quiero en mi vida. 
Yo mismo soy mi propio cáncer, mi enemigo, mi demonio. Yo mismo...

¿Pero, y si no? ¿Y si en verdad me engañan?
¿Y si en verdad son enemigos?
¿De qué sirve tanta reflexión? Si a fin de cuentas proviene de una mente loca y errante. No lo se. Pero escribir es una panacea al momento de aplacar esas cosas, es como vomitar mucho alcohol estando ya bien pedo, en una borrachera. Después de la vomitada, se duerme uno con una paz divina. Así siento éste vómito verbal. 
El tiempo me revelará la respuesta, y es que el tiempo es amigo de aquéllos que saben esperar y enemigo de los impacientes, y si la paciencia es una de mis pocas virtudes, he de hacerle honor ahora más que nunca.
Apenas estoy viendo algunas cosas, apenas estoy intentando darme cuenta de muchas otras, pero no puedo volar sin antes arrastrarme, y caminar, y correr para tomar impulso. 

Ahora la lista de frases inolvidables se ha echo un poco más larga:
1.- Me das Vergüenza
2.- Pinche mal amigo
3.- Eres un mediocre
4.- Aun lo sigo amando
5.- Mi decisión no es irrevocable
¿Tan fácil de erradicar soy? ¿Tan sustituible? ¿Tan insignificante? Si a mi me cuesta un chingo de trabajo sacar de mi vida a la gente aunque la haya conocido solo un mes...
¡Basta!
Silencio...
Ya no más pensamientos. Por favor...

Debo deshacerme de esa lista horrible, mi memoria debe aprender a guardar más paisajes y menos palabras hirientes, a recordar más ecuaciones y constantes que ojetadas. Debo aprender a perdonar.
Quiero aprender a perdonar.
Voy a aprender a perdonar.
Siento, en verdad, que comienzo a arrastrarme fuera del pantano inmundo que yo mismo me he creado. Siento que aún falta mucho para aprender a caminar, a correr y más aún para volar. Pero a su tiempo.
Nada llega solo por esperar demasiado, pero todo llega a su debido tiempo.

Hasta entonces, debo volver al río. El agua es siempre un misterio para mí, por mis sueños, mis experiencias, mi intuición. Debo volver a los dínamos, y arrojar esa lista inútil y ponzoñosa al agua, debo escupir la serpiente ahí. Y es cada vez más imperativo que conozca el mar. Yo se que ella tiene un regalo para mí, lo presiento, lo he sentido siempre. El hecho de imaginarme a la orilla de sus aguas me pone muy nostálgico, incluso se nublan mis ojillos.
Ya no quiero estar enfermo, ni podrido, ni sucio, ni envenenado. 

Pido perdón al universo por contribuir a su podredumbre.
Por el daño que me hiciste y por el daño que te hice, te perdono y me perdono. Te dejo libre y quedo yo en libertad.
Si, perdón, aunque aún no sepa bien qué es eso, aunque aún no sepa cómo es en realidad, en verdad esas son mis intenciones.
Y es que dicen que sólo puede perdonar aquél que ha sido perdonado.
¿Por qué no puedo perdonar? ¿Quién no me ha perdonado? ¿Tanto daño hice?
No lo se. Ya no se.
¿Qué es saber?
Lo que sé es lo que he vivido, pero ¿y si lo que he vivido es solo un mal entendido?
¿Y si lo que creo saber no es más que una visión enturbiada por ese cristal de odio?
No empecemos, mente trol, no empecemos.
Dejemos todo ésto en la lonchera, y sigamos arrastrándonos, que con el tiempo hemos de aprender a caminar, a correr, a volar, a sonreír a pesar de todo.

El tiempo es lo único que tengo a mi favor. Todo lo demás, es simplemente... Imaginario.
¡Pero qué imaginación perturbada la mía!
Y es que si de algo estoy verdaderamente seguro, es que un troll como yo, tiene una vida troll, con un humor muy ácido y muy negro, como el mío.
En fin, lo único que nos queda, es seguir teniendo sentido del humor.
Y recordar, sobre todo, que a pesar de las cosas, y a pesar de estar un poco agriado y ser rencoroso, inseguro, posesivo... Aún después de todo eso, la vida me da motivos para seguir sonriendo, y mi mente está plagada de lindos recuerdos, y que al menos una cosa se me cumpliría si llego a viejo:
Ser un viejillo con muchas, muchas historias que contar.
Mi vida, a pesar de los dramas, de las traiciones, de los amores rotos, de los fracasos... No es aburrida.
Y en cierto sentido, amo ser así. Amo sentir, amo llorar cuando me lastiman y llorar cuando estoy feliz, amo reír y hacer chascarrillos en momentos de amargura y en momentos de dicha, pero sobre todo amo mi vida troll a pesar de que sabe cómo trolearme.

Buena esa vida... Buena esa.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

El señor de las moscas.

Se le observó subir dificultosamente el monte que precedía a aquél valle a donde muy pocos se atrevían a ir y de donde aún menos regresaban. Se contaban leyendas sobre ese lugar, al cual muchos llamaban “el páramo”. Un lugar plagado de muerte y perdición, un cementerio para brujos y locos, colmado de tumbas y espíritus malignos, enfermos, acechantes. Un lugar a donde la gente ciega y tonta iba a morir. Se dice, también, que en ese lugar yacen los asesinados, los asesinos, los inmundos, los pestilentes, los avergonzados, los temerosos, los pervertidos, todo aquello alejado de la gracia de Luz y que incluso las tinieblas se negaban a recibir. Ese lugar, de un cielo rojo ocre perpetuo, un lugar con árboles secos de madera negra, cuyas ramas se alzan al cielo como garras huesudas avariciosas y amenazantes, ese lugar sin vida ni luz ni tinieblas, solo una eterna penumbra.

Poco antes de emprender su camino hacia éste lugar, se supo que él había elegido el camino a la montaña. Un lugar dónde se apreciaba un brillo hermoso cuando anochecía. Se decía que él alumbraba a otras ánimas en pena, usaba, usualmente, una velita. Ayudaba a cruzar por éste camino a espíritus marchitos, moribundos. Los reconfortaba un poco con la luz que emanaba de éste pequeño sirio ardiente. Así, había ayudado a cruzar el camino a putas, rateros, drogadictos… Él era un espíritu imperfecto, como muchos otros, pero gustaba de estar en compañía de aquéllos que más solos se sentían.
No era mucha la luz y era menos el calor, pero a las sombras entristecidas les gustaba. Seguían apacibles y soñolientas, el camino hacia un lugar mejor, lejos del pasado, de los recuerdos dolorosos, lejos de la soledad.

Un día escuchó una voz que le decía: “¿De qué sirve una llama como la que portas tú, guía de las sombras? ¿No es, acaso, demasiado pequeño el halo, demasiado fría, demasiado débil? El camino que pudieres alumbrar con un fuego más grande albergaría más espíritus en pena, llevaría a más almas al descanso”. Entonces pensó dentro de sí, que quizás aquélla voz tenía razón. Pensó que con un fuego más grande podría dar más calor a quienes lo requerían. Así, una noche, pensativo, reparó en el brillo misterioso de aquélla montaña. Un brillo tan fuerte que habría semejado a un gran faro. “Un faro ­­—Pensó—. Sería bueno ser un faro para ellos”. Y emprendió su viaje. En el camino se preguntaba por qué alguien habría encendido un fuego tan alto, tan lejos, donde nadie lo alcanzaría. “¿De qué sirve un sol si no alumbra ni calienta a nadie?” Se preguntó a sí mismo. Después se respondió: “Quizás para que nadie indigno de semejante luz pueda acercarse”. Siguió ascendiendo por el camino que llevaba a aquélla luz misteriosa. Imaginaba cuán cálida sería, cuán reconfortante sería su luz, cuán agradecidos estarían los espíritus en pena al verse cobijados por semejante brillo.

Entonces llegó, y miró con asombro un gran mezquite en llamas. Su fuego era tan intenso que ni siquiera podía mirarlo fijamente. Sintió respeto, y ante éste espectáculo, se quitó las sandalias y se acercó para encender una antorcha. Qué caprichoso es el destino, pues al estar más cerca de su fuego, tropezó y cayó en las llamas. Su cuerpo chocó aparatosamente en el tronco de aquél árbol, clavándose en un centenar de pinchos que le cubrían. Rápidamente, dolorosamente, se alejó del árbol gritando de agonía. La ropa se le había pegado al cuerpo, la piel se había achicharrado, el cabello, los labios, los párpados. 

Huyó cuesta abajo, presuroso, en busca del río de lágrimas que siempre había ayudado a cruzar, se enjugó, pero los ardores no desaparecían. Las heridas, ¡oh esa terrible herida que le había hecho una espina justo en el corazón! ¡Cómo dolían! Gritaba, lloraba, pero las ánimas en penas nunca lo miraron, tan solas se sentían, tan tristes, tan entumecidas. Solo una de ellas le habló, mientras caminaba pesadamente a su lado. 

Esto le dijo: “En esa montaña arde el fuego más brillante, pero no es un pabilo ni un leño lo que la alimenta. Esas llamas arden gracias al carbón. Sólo lo negro puede arder de esa manera. En ese árbol, un alma, más negra que ninguna, arde clavada por cientos de espinas. Revestida de luz y de calor, ella llama a los que la miran por vez primera, los encandila con su luz y los atrae, pues se siente sola. Pero no es su fuego, el fuego hogareño, piadoso y apacible; no es su calor reconfortante ni su luz bondadosa. Esa es la llama de la venganza, una venganza agriada por años y años de rencor hacia la vida. Ése es el fuego del castigo, no de la esperanza. ¡Y ese fuego tizna! ¡Quema, consume! No purifica, ni guía, ni reconforta, sólo sabe lastimar, pues tanto han lastimado a esa pobre alma. 

“Dejadle, pues, arder en las alturas, tan arrogante es, tan cínica. Es ella la que alguna vez fue también guía de las sombras, quién cegada por la soberbia predicaba el castigo y no la justicia, y ser juez era su máxima felicidad. Miraba siempre con desdén a aquéllos a quienes solía llamar espíritus inferiores, y terminaba por hacerlos arder en su luz. Siempre cargaba la espada fuera de la vaina, en sus ojos miraban el verdugo y el sabueso. Nunca fue suficiente el brillo que obtenía, y así, se alejó de los ennegrecidos para iluminarse a sí misma sin compartir su chispa. Egoísta, se llevó toda su luz a la montaña, dejando a aquéllas almas que llegaban a su linde para calentarse desamparadas, solas, marchitas. Y la luz se hizo tan grande que proyectaba una sombra ominosa y terrible. 

“Entonces, en un descuido, su propia sombra le clavó en el árbol, haciéndole arder para siempre en su propia luz de castigo, de auto-castigo, de auto-sacrificio. Ahora, cual mártir, sufre el peor de los martirios: estar rodeado de luz, de brillo y de calor, pero sin poder compartirlo con nadie. En la soledad, las grandes sombras le rodean, pues su grande llama las atrae como polillas. ¿Es acaso el destino de los arrogantes? ¿No Lucifer, el portador de la luz, querubín justo a los pies del mismo Dios, no fue desterrado del paraíso al rincón más alejado de la creación? ¿No es él, el portador de la luz, quién se presenta como la panacea, el justo, el bueno, el castigado, el mártir? ¿No es él, el portador de la luz, quién yace en las tinieblas rodeado de espíritus inferiores? ¡Ése es el santo de los arrogantes!, aquél ser tan negro y tan impío que, rodeado de luz, disfrazado, se pasea entre las tinieblas siendo negro, pero alumbrando. Escucha mis palabras, oh pobre achicharrado, ¡Aléjate de aquéllas luces que se llaman a sí mismas luminosas y buenas! ¡Son almas negras las que arden en pena, dolor y sufrimiento con el único fin de mantener vivo su brillo arrogante! ¡Son éstas almas, las más negras, las que se pasean como el pavorreal en pleno día!”.

Desconsolado, entristecido, preguntó: "¿Quién eres tu?", a lo que el alma respondió: "También fui un achicharrado". Caminó entonces, rumbo al páramo, aquél lugar a donde iban a morir los más negros. Su carne, ahora tiznada, consumida, doliente, apestaba por doquier que caminaba. Se sintió traicionado, porque su amor a esa luz lo había quemado. El peso del dolor hizo sus pasos torpes y pesados, y al ser negro, se vió a si mismo como uno de los espíritus que ayudaba en su camino. "Qué triste" pensó, "Qué triste que por haber buscado el brillo, ahora yo también soy negro. He de deshacerme de ésta carne tiznada". Entonces llegó al páramo, y una vez en el centro de aquélla tumba enorme, una vez en el centro de éste lugar olvidado, hizo una plegaria, y ésta era:

Señor de las moscas.

Te ruego a ti, oh tormenta colérica
Te ruego a ti, oh viento terrible
Te ruego a ti, oh terremoto implacable
Te ruego a ti, oh sombra titánica

¡Baal Sebaoth!

A tu enjambre ruego su ponzoña
A tus moscas ruego su zumbar
Yo te ofrezco ésta carroña
¡El cadáver de un amor sin consumar!

¡Baal Zebub!

Señor del abismo, torturador de la fosa
Consume éste amor ingrato e indiferente
A ti te invoco, a ti y a tu enjambre rugiente
¡Devoradle! Libradme del dolor que me destroza

¡Beelzebub!

Arrojad sobre mí vuestra sombra
Cubridme de la luz quemante
¡Sálvame tú de la llama arrogante!
¡Ya vienes a mí! ¡Soy yo quién te nombra!

¡Belcebú!

Y su terrible invocación tronó horriblemente en las tinieblas. Un silencio ominoso se impuso en la soledad de aquél yermo, pero fue seguido por el rumor de una enorme tormenta de nubarrones negros que del horizonte provenía. El cielo se ennegreció por completo, una nube de pesadilla, formada por legiones de moscardones negros, descendió del cielo hacia el desdichado. Un grito de agonía ahogado por el terrible zumbar de las moscas, se escapó de esa pobre alma dolorida. El tornado seguía destruyéndolo, hasta el tuétano, consumiendo su carne dolorida y achicharrada. Pronto, no quedó nada más que un montón de huesos y de carne hecha jirones. Levantose aquél espantajo de su mera tumba. Sin carne en los huesos, sin rostro, sin ojos, sin corazón. Solo duro esqueleto, solo dura expresión, negro vacío en su mirada, silencio en su pecho. Solo las moscas que le habían comido zumbaban a su alrededor. Su última compañía, sus pensamientos. Su próximo destino, el horizonte de aquél valle. Su meta, recuperar su carne, sus ojos, su rostro, su corazón. 
Su Nígredo había comenzado.

viernes, 13 de septiembre de 2013

A la sombra de un Mezquite



Estoy de nuevo aquí, sentado a la luz del sol quemante
El horizonte de nuevo me parece muy lejano
Con la mirada perdida, te busco a lo lejos, incesante
Pero no logro verte en la distancia, ¿te busco en vano?

Suena en mi memoria, tu dulce voz, tu tierna risa
Vienen a mi mente, tus profundos ojos, tu piel canela
Huelo el perfume de tu cabello, que viene a mí con la brisa
¡Ah! ¡Cómo sonríe con éstos regalos mi corazón que anhela!

A la sombra de un mezquite me postré
Donde extrañé otra vez estar contigo
Y en su fresca sombra recordé
Cuando tú dormías conmigo

A la sombra de un mezquite yo añoré
Y al dormirme bajo ella, te soñé
Tus besos, tus abrazos, tu calor
Como cuando aún tenía tu amor

Y al despertarme un haz de luz yo recordé
Que mi viaje todavía no había acabado
Que la sierra estaba lejos, lamenté
Pero no me importó estar ya cansado

Y si han de pasar muchos días y muchas noches
Éstas piernas no me han de traicionar
Por sendas hostiles yo he de andar
Hasta encontrarte de nuevo entre coyotes

Como te encontré una vez
Entre perros enfermos
Como te encontré una vez
Entre mis sueños etéreos

Y en la sombra del mezquite recordé
Que por tonto y por loco te alejé
Y entonces lo abracé y así le hablé:
“Gracias, arbolito”. Y avancé…


*******

Lo escribí pensando en uno de esos corridos para andar por caminos lejanos, viendo el paisaje de la sierra y los cielos azules y despejados.
Extraño el pueblo de mi madre.