Es difícil escribir empastillado. Es difícil inspirarse bajo
la influencia del clonazepam. Pero es fácil tomar una pastilla y es fácil
evadir la realidad.
No me gusta pensar. No me gusta pensar en el futuro ni en el
pasado. Siempre auguro cosas malas y siempre recuerdo cosas terribles.
También, de vez en cuando, tengo buenos recuerdos. Como la
pista de hielo, como el lago menor de Chapultepec, como muchos otros… Ojalá
curaran lo mismo que dañan sus hermanos.
Resulta que ahora nuevos retos se avecinan.
Me sorprende a veces la malevolencia que podría alcanzar si
tuviera el valor/valemadrismo de cometer algunas ideas locas que se pasean por
mi mente.
Desearle el mal a alguien no está bien, sí. Pero cómo
resulta satisfactorio imaginarme gritando:
“¡Tu madre ya no está, maldito idiota! ¡Su alma está siendo
violada en el infierno por toda la corte de Satán! ¡Morirás solo y triste, y
aquéllos que te recuerden lo harán con asco y lástima! ¡Te odio! ¡Que mi odio
te marque para siempre ante los ojos de Dios, y que seas repulsivo a su vista! ¡Que
su presencia bondadosa se aparte de ti para siempre y que jamás vuelvas a ver
la luz de un día jubiloso! ¡Tú miserable alma estará rodeada de tinieblas por
siempre!”
Y ahí termina todo.
Imaginar como arden personas en llamas, como son quemadas
cada centímetro de su piel con un soplete hasta no dejar nada sin carbonizar,
raspar los pedazos chamuscados y untar vinagre en la carne viva. Y si muere de
un infarto, usar un desfibrilador para reanimarlo, y darle aceite hirviendo a
beber, y reanimarlo cada vez que desmaye del dolor. Y amputarle los miembros y
extirparle los ojos, punzar sus oídos con agujas de tejer y arrojarlo frente a
un hospital para que le mantengan vivo de una forma cruelmente piadosa.
Tanto odio… Me va a matar u_u
Tanto rencor…
Tanta oscuridad frustrada…
Cómo desearía ser una persona vil y horrible.
¡Cómo tengo hambre de tinieblas!
¡Cómo tengo deseos depravados de abominaciones sexuales!
¡Cómo tengo obscenos pensamientos criminales!
A veces creo que podría convertirme en un psicópata, o en un
loco. O no se si estoy enloqueciendo poco a poco, o qué pedo.
Lo que sí sé, es que no quiero ser así. Que de ninguna
manera voy a dejar salir eso nunca, aunque me muera de ganas, aunque me retuerza
de ansia por cometer actos depravados y filias monstruosas, aunque me esté
quemando por dentro la ira y el deseo de una sangrienta venganza, nunca dejaré
salir nada. Todo se queda en mis relatos prohibidos, los que nunca subo. Los
que se pudren en soledad en un cuaderno oculto. Sólo ahí puedo ser un monstruo
libre y sólo ahí puedo dar rienda suelta a mi locura.
No quiero terminar deschavetándome y balaceando a todos,
pero por más que trato de zafarme de eso, no se quita. Es como tenerlas
pegadas, las sombras. Como si por más
que trato de hacerme pendejo con ideas de gente buena onda, cristiana, panista,
conservadora, etcétera… Existiera una parte de mí que desea todo lo contrario.
No sé en qué momento me empecé a convertir en ese ser
cuasimaligno, pero sospecho que es la semilla sembrada en mi alma desde hace
tantos años y que no le permito germinar.
¿Pero cómo iba a llenar el vacío que deja una inocencia
arrebatada por la fuerza a manos de un abominable monstruo? Sólo con tinieblas.
Sólo con eso pueden llenarse los vacíos en el alma. Por eso dejan de ser sólo
vacíos y se convierten en negros vacíos. Y como son negros, uno ya no puede ver
el fondo, y sigue metiendo más y más tinieblas.
He probado algunas cosas que la oscuridad ofrece, y me gustó.
Y fue en momentos de depresión y tristeza donde más alimenté el vacío. Con
experiencias nuevas que más allá de saciar mi curiosidad, la hacían más grande
y más morbosa. Cada vez solía tener deseos de experimentar vivencias más
inmundas que las anteriores. Y cada vez, el vacío se hacía más negro y más voraz.
Así, finalmente, senté cabeza. Me detuve abruptamente con
una experiencia que me hizo sentir como una especie de criminal.
Afortunadamente nunca cometí ni un crimen, ni un delito; pero la moral que en
mí quedaba, o al menos el sentido de lo que era bueno, me llevó a decir: “Ya
párale a tu pinche pary, vas a terminar empantanado hasta el pescuezo y nadie
te va a poder sacar”.
Ahora ese deseo se aviva de nuevo, lo siento escurrirse
desde ese agujero hasta mi cerebro. Y aún soy fuerte y tengo la voluntad para
detenerlo. Pero una parte de mí se cree confiada, capaz de manejarlo. Pero no
quiero perderme. Y no me perderé, aunque me muera de ganas, por dentro, de hacer
tal o cual cochinada.
Y aquí estoy de nuevo… Dando lástima.
Me reservaré todo el relato (que transcribiré después), sólo
para el cuaderno inmundo, y para mis inmundos adentros. Y para evitar que más
oscuridad se escurra de entre mis dedos, mi boca, mis ojos, mis pensamientos…
Evitaré recordar, evitaré evocar, pensar, imaginar; como pueda, en mis oscuros
deseos más profundos.
Que el universo siga su curso, que castigue a quién tenga
que castigar sin mis horribles injurias, que me deje alucinando y que me aleje
de las negras, seductoras sombras; por más ganas que tenga de abrazarme a
ellas.
u_u
Tenías razón, buen amigo. Estoy podrido por dentro. Hiciste bien en alejarte.