lunes, 13 de febrero de 2012

Soledad




Me he dado cuenta de algo poco agradable, poco consolador y, sobre todo, muy aborrecible. En las últimas tres semanas de lo que lleva el semestre he comido a solas un 90% de las veces. En mi nuevo grupo hay personas bastante agradables, amigables y entusiastas; con quienes platico, de vez en cuando, sobre cosas de la escuela. Es cuando llega la hora de salida, que todos se reúnen en grupitos, se van a comer o a tirar al pasto, ¿Y yo? Solo deambulo. Tengo muchos y muchas conocidos, pero sólo dos amigas en toda la escuela. Ellas están en el turno vespertino y sin ellas, las mañanas en mi hermosa ESIQIE se convierten en largos y gélidos inviernos. Sentado ahí, mirando, aprendiendo… y sin embargo el pequeño vacío sigue presente, recordándome con su silencio la falta de aquélla invaluable compañía.

Hoy volví a comer solo. Me senté en un extremo casi a la entrada de la cafetería. Mientras comía, esperaba con ansia que el tiempo avanzara lo más rápido posible. No sucedió. Las personas iban y venían, reían… y el bullicio de la gente me hizo escuchar más claramente el tranquilo silencio que de mi corazón emana. Casi me amargaba la comida. Entonces vino el colmo. Miré por accidente un hermoso pastelillo en la vitrina de las gelatinas. Tenía una forma circular, con un enorme y rojo corazón en el centro, al lado un letrero referente al 14 de febrero. Abandoné la cafetería, pensativo, y me dirigí a la sala de estudios, afuera de la zona de maestros. Me senté en los confortables sillones y me dispuse, como hace tiempo no lo hacía, a escribir mis sentimientos.

Y ahí, en el silencio, me vi escribiendo. De nuevo mi más fiel amante era mi musa, de nuevo mi corazón se detuvo unos minutos para recordarme que no importa a dónde vaya, ella estará conmigo, siempre, como fiel amante y confiable confidente, como buena consejera y loca cómplice de mis más oscuros vicios y más terribles perversiones , pero sobre todo, como leal amiga y perfecta inspiración… Y pensar que tanto le temo y tanto le rehúyo. Soledad, ven a mis brazos otra vez. Pasaré el 14 de febrero sólo, pero no era de asombrarse, aún no hay nadie que pueda arrebatarme de tus brazos, mi hermosa y terrible…

SOLEDAD

Fiel amante
Y eterna compañera
Que conmigo eres constante
Tan sincera…

Cómplice viciosa
Oscura confidente
Perversa consejera
Inspiradora musa

Tú me muestras, Cual espejo
Tal cual soy en mi reflejo
Y sin velos de mentira
Me sonríes todos los días

Y por más que yo me alejo
Y te trato de dejar
Tú me buscas, tú me alcanzas
No te vas…

Y así, camino junto a ti en la penumbra
Tomado de tu mano fría
Transitando en la locura mía
Escuchando tu consejo oscuro

Y en tu dulce y cruel abrazo
Me refugio yo aterido
Doy consuelo, afligido
A mi pobre corazón herido

Y oigo tu voz, que me susurra
Que me dice que lo cubra
Que lo guarde, que lo esconda
Que lo cuide como nunca

Y ahora, obediente, te hago caso
No se puede ya perder en el fracaso
Quien no tiene corazón para romper
No puede amar… ya no tiene a qué temer

miércoles, 8 de febrero de 2012

Los Visitantes


Quizás cuando estén leyendo esto yo ya estaré muerto. Sigo sin poder olvidar el eco de aquéllos terribles gritos que se aferran a mi corazón en lo más profundo de mi memoria. Sé que a partir de lo que ha sucedido mi vida no volverá a ser la misma, a menos de que el dulce olvido se apodere de mi mente. Es por eso que he tomado la decisión de suicidarme tras terminar ésta carta. Prefiero mil veces el castigo de arder eternamente en el infierno por ser suicida que perderme en aquél sitio espeluznante que jamás creí conocer ni en mi más retorcida pesadilla.

Papá, Mamá, los extrañaré. Quiero que sepan que siempre estuvieron y estarán en mi corazón, por siempre. 

Mi nombre es Ignacio Martínez, lo que estoy a punto de relatar sonará al más absurdo disparate, pero juro que es real. Los detalles que menciono son dados con la esperanza de que la ciencia pueda encontrar explicación a los espeluznantes sucesos que acontecieron en mi casa la noche anterior. Jamás sabría como dar explicación a los familiares de mis seres queridos, ni a mis seres queridos, si ni siquiera yo mismo puedo hallar explicación a lo que he vivido.
Todo comenzó la noche del sábado 4 de febrero. Mis amigos y yo nos habíamos reunido, como de costumbre, para pasar la noche en mi casa. Antes de eso habíamos ido a un antro que esta ubicado en el centro histórico. Posteriormente, tras una ronda de bebidas, partimos a mi casa para comprar lo necesario y poder pasar la noche. Una vez que habíamos llegado, ya con las cosas compradas, nos dispusimos a beber en la cocina. Adela, Kaiser y Rita (mis perros) estaban particularmente inquietos esa noche. 

Bebimos hasta las 2 de la madrugada, aproximadamente, pues varios de nosotros estábamos realmente cansados por la semana que habíamos tenido. Optamos por irnos a dormir. Cuando pasamos por el jardín, los perros aullaron al mismo tiempo, cosa que nos resultó, a los 6, realmente perturbadora. Caminamos rápidamente de la cocina al cuarto y nos encerramos. Sentados en el sofá y la cama, discutíamos nuestras teorías acerca del extraño suceso. Yo me sentía extrañamente observado…
Tras algunas bromas sobre lo ocurrido, preferimos acostarnos para intentar dormir. Gracias a que mis padres habían salido a pasar la noche en casa de una tía, disponíamos de más espacio. La disposición fue la siguiente: Laura (mi hermana), Chip y Miguel, se quedaron en el cuarto de mis padres, mientras tanto, Josué, Lalo y Yo nos quedamos en mi cuarto. Como es la costumbre, yo me puse mis audífonos para escuchar algo de música y poder intentar dormir. Seguía intranquilo acerca de lo que había ocurrido con mis mascotas, sin embargo era algo a lo cual no le di demasiada importancia. Ya habían ocurrido algunas veces fenómenos “inexplicables” en mi casa y, de alguna manera, estaba acostumbrado.

No fue sino hasta las 4:06 de la madrugada, exactamente, cuando la locura comenzó.
Yo me había quedado dormido de inmediato, con los audífonos puestos y mi reproductor encendido, en el sofá. Tuve una de las pesadillas más horribles que hasta entonces había soñado. Soñé que estaba perdido en una especie de desierto de arena negra, con un cielo rojo y nubarrones oscuros que se extendían a lo largo del horizonte. No había un sol que alumbrase aquél yermo maldito que mi mente concebía. Había un viento fuerte, que soplaba con gran violencia y silbaba con un chillido aterrador, levantaba con gran furia la arena negra que bajo mis pies estaba. A lo lejos, unas criaturas humanoides deambulaban vagabundas, torpemente, entre las tinieblas de ese mundo opaco y triste. Había montañas, muchas de ellas tan increíblemente altas que me resulto imposible imaginar que ese lugar se encontrara en la tierra. Seguía preguntándome ¿Dónde esta el sol?, pero por más que buscaba en el cielo rojizo no lo encontré. Nunca supe de dónde provenía ese fulgor rojo y sucio que tanto espanto me causaba.

De pronto escuche un grito, era mi hermana, que me llamaba desde algún lado, allá en la cima de esas negras montañas que se alzaban en el horizonte. Corrí a toda velocidad a su encuentro, pero era inútil, las montañas estaban más lejos de lo que podría haber corrido en un día entero. Sus gritos seguían viajando a través del viento enloquecido que traía sus lamentos hasta mis oídos. La luz roja comenzó a agotarse, poco a poco las tinieblas se apoderaban de todo, y las creaturas se mostraban cada vez más agiles y agitadas, como si estuvieran exaltadas por algo. Pronto ya no podía distinguir gran cosa, tenía miedo de que, entre las tinieblas, me topara con alguno de esos humanoides que había visto. Cuando la oscuridad se erigió por completo en aquél mundo desconocido no pude ver nada, mi pesadilla culminó con un grito horrible y desgarrador de mi hermana, que provenía de ahí… de la oscuridad misma.
Desperté, exaltado, con el corazón latiendo rápidamente y el rostro inundado en sudor frío. Dios… sólo él sabe la sensación de opresión que sentía en el pecho. Note que la música había estado encendida, pero había algo raro. En mis audífonos solo sonaba una especie de chirrido producido por alguna interferencia desconocida. Lo primero que hice fue repetirme a mi mismo “no pienses tonterías”, al mismo tiempo que revisaba la hora en mi celular. Eran exactamente las 4:06.En ese momento mis pensamientos se interrumpieron por algo inaudito, un flashazo había ocurrido a las afueras de la habitación, miré el fulgor repentino y amarillo por los cristales. Inmediatamente mis perros comenzaron a ladrar frenéticamente, después una serie de gruñidos horribles y un segundo flashazo se dio, tras lo cual todo el patio se quedó en silencio.

Todos los demás estaban dormidos, y yo me quedé ahí, sentado en la oscuridad, esperando algo que no se ni siquiera que era. De pronto un fulgor amarillento comenzó a encenderse en el cuarto de mis padre, y de nuevo un brillante flashazo se dio. Esperé… y tras unos breves momentos, un segundo flash resplandeció en la habitación contigua, lo sabía por la luz que se filtraba a través del umbral de la puerta. De nuevo todo estaba en silencio y yo, petrificado por el miedo, traba de encontrar una explicación a esos extraños fenómenos.
Unos momentos después ocurrió lo peor. Frente a mis ojos, dos círculos luminosos comenzaron a trazarse en el piso, uno a cada lado de la cama, cuando estuvieron completamente trazados, un flash tan fuerte como el de una cámara fotográfica, se encendió. Mis ojos quedaron un poco encandilados, pero alcance a ver a dos enormes figuras negras y humanoides, cuyos brazos exageradamente largos, se alzaban sobre la cabeza de mis amigos dormidos. Cerré mi boca lo más fuerte que pude, y vi con horror como pusieron sus largas y huesudas manos sobre la frente de mis amigos, después el círculo se iluminó de nuevo, para culminar en un flash igual de intenso. Habían desaparecido, tanto ellos como mis amigos, las cobijas estaban conservando aún la silueta de sus cuerpos.

En ese momento sentí un pánico horrible, y justo mientras me ponía las sandalias para salir corriendo, el misterioso círculo comenzó a trazarse a mi lado, ahí frente a mí. Corrí apresuradamente a la puerta para salir, pero la idea escalofriante de que más de esas extrañas creaturas estuvieran en mi patio me detuvo. El flash se dio de nuevo, y me di media vuelta a pesar de las suplicas de mi sentido común. Lo que vi perturbo mi psique por el resto de mis días. Parado ahí, a un lado del sofá, un humanoide de piel negra, de unos dos metros y medio de altura, tentaleaba en la penumbra buscando mi persona entre las cobijas. Espere un momento, en silencio, con la esperanza de que el espanto regresara por dónde vino al no encontrarme, pero mi respiración agitada y quizás mis latidos también, me delataron. La criatura se acercó a mi con pasos torpes y demenciales, como el andar de aquéllas creaturas siniestras de mi más reciente pesadilla. Justo cuando extendió sus enormes brazos y abrió su huesuda mano, que pude distinguir gracias a un tenue fulgor del cielo purpureo de la ciudad, pude encender la luz presa de un impulso sobrenatural de desesperación. La criatura dio un grito horrible, tan agudo que los focos de mi habitación se reventaron. El tiempo que la luz duró encendida fue más que suficiente para distinguir perfectamente su abominable fisionomía. Seres calvos, de cabeza obscenamente ovalada, de ojos totalmente blancos, sin nariz, con brazos y piernas alargados y delgados y un pequeño torso que lo conectaba todo. Jamás olvidaré aquél horrible espécimen. 

Salí corriendo, en busca de ayuda, pero no encontré a nadie, regrese a la habitación y tampoco. Mis mascotas, mis amigos… mi hermana. Todos habían desaparecido sin dejar rastro alguno.
Me senté entonces a esperar el amanecer… Fueron las horas más largas de mi vida, y en las cuales no dejaba de preguntarme qué diablos había sucedido. ¿De qué lugar desconocido hasta entonces habían venido esas criaturas y para qué? ¿Y si el lugar que vi en mis sueños era su lugar de origen? Aquéllos yermos ocultos en los confines del universo, en algún extraño planeta donde las tinieblas reinan y esas criaturas ciegas, intolerantes a la luz, reinan vagabundas sobre toda la fas de aquél mundo ignoto. Comencé, entonces, a divagar presa de un delirio inexplicable.
Con la mirada perdida, clavada en el centro de la penumbra en mi cuarto, cobijado y resignado a la soledad, temeroso de salir a mi patio en la madrugada, pensé… Que esas creaturas venían de un planeta desconocido hasta ahora por el hombre, pues sus características son totalmente diferentes a las descritas en cualquier artículo de ciencia sobre cualquier planeta, hasta hoy.
No vi en la creatura ningún artefacto, como algún brazalete, para poder transportarse a través de los negros y silenciosos vacíos que separan a las estrellas unas de otras. Por alguna razón el sur estaba presente en mi memoria. La galaxia del sur, me repetía inconscientemente por alguna razón desconocida, y pensé que quizás esas creaturas habían llegado aquí por accidente de alguna conjunción astral desconocida, o algún agujero de gusano abierto espontáneamente, o alguna otra broma de la física aún no descubierta.

Pensé durante horas en las extrañas creaturas, sus motivos su temor… ¿Qué tal si solo eran viajeros extraviados en un planeta desconocido? Y entonces imagine esa sensación de mi sueño, la angustia de estar en un lugar que ni siquiera se pudo haber imaginado, como en mi sueño.
Y entonces recordé… En mi sueño escuche un grito, era mi hermana, Laura, mi hermosa Laura… Que junto a mis demás camaradas, habían desaparecido en aquélla noche de locura. Son aproximadamente las 11 am. Sigo escribiendo esto con la esperanza de que cuando papá y mamá regresen, encuentren una explicación, aunque absurda, a los hechos sucedidos. ¿Qué clase de suerte les habrá esperado a mis pobres amigos en aquélla fortaleza de oscuridad desconocida? Tan lejana, tan fría, tan terrible. Y en compañía de aquéllas creaturas de intenciones desconocidas aún. Y es que no puedo, de ninguna manera, olvidar el grito desgarrador de mi hermana en aquél sueño, ese grito que provenía de las entrañas de unas montañas tan increíblemente altas y negras, inimaginables, en dónde solo las torturas más imposibles pueden tener lugar. Pero, ¿¡cómo!? ¿Cómo viajaron desde aquél sitio desconocido en la galaxia del sur?

¡El circulo! Oh Dios… el círculo, maldita sea. Ése circulo luminoso y tenue, como la luz de una braza, que se trazaba por si solo en el sitio donde los visitantes aparecerían tras el resplandor amarillo y ponzoñoso que emanaba. Sabía que de alguna forma su geometría no me era del todo desconocida. ¡Lo había visto en alguna parte! Quisiera no haber recordado nunca en dónde haberlo visto, pero sin duda esos trazos y esa geometría son, indudablemente, trazos que fueron escritos por el perverso poeta loco Abdul Al-Hazred, en el Al Azif, en damasco, hace cientos de años y que yo, posteriormente leí en una mala copia del Necronomicón.

¿Y si en realidad existe todo eso? ¿Qué clase de intelecto tenían esas creaturas para usar magia tan antigua y poderosa?... Sólo con una intención, complacer a los terribles antiguos.

Oigo ruidos… Provienen del cuarto de mis padres. Tengo el cuchillo a mi lado izquierdo. El suicidio nunca me pareció una respuesta tan lógica.