Ayer (20/III/2012) a las 12:02 horas ocurrió un sismo de 7.8 grados en la escala de Richter.
Me resulta tan extraño que, con éste, ya van 4 temblores que presiento, dos los anuncie (Y mis amigos me acusaron de brujería jajaja), y dos me quedé callado, asombrado por que días después de presentir, pensar o soñar, ocurrían.
Estaba yo tomando apuntes en la clase de Operaciones de Separación I: Evaporación, cuando salvajemente sentí un mareillo.
Al principio dije: “de nuevo mi mente me hace jugarretas”,
hasta que un compañero dijo “está temblando”. Inmediatamente entré en estado de
alerta y a mi mente acudieron imágenes de vidrios destrozándose, gente muriendo
aplastada, edificios derrumbándose, explosiones y cuanta madre pueda imaginar
un cerebro tan imaginativo como el mío.
Valiéndome verga, dejé mis cosas en el salón y bajamos hábilmente las escaleras, en ese momento el temblor dio una sacudida inesperada, tras lo cual una pinche vieja histérica soltó un grito de miedo. Dicho grito alteró a otras viejas y en conjunto éstas alteraron a los pinches weyes (y a mi) que íbamos en bola como animales en estampida. Nos comenzamos a arremolinar en las escaleras y al grito de “¡tranquilos!” recuperamos las riendas.
Ya una vez abajo se nos informo de una fuga de gas detectada
por el explosímetro. Las clases se suspendieron. Intenté llamar a mi casa y la
puta señal, bien gracias…
Pensé entonces: “¿Y si esto no hubiera sido un sismo?”.
De las pocas cosas que me asustan, como lo desconocido (visitas de aliens o las profundidades en agujeros abiertos en la tierra), las aguas profundas o ser secuestrado, una de las que más me eriza los nervios, son los terremotos.
Es una de las pocas cosas que los hombres no podemos controlar… aún.
El hecho de saber que esa fuerza destructiva y abominable es simplemente imparable me resulta escalofriante.
Pensé entonces: “¿Y si esto no hubiera sido un sismo?”.
De las pocas cosas que me asustan, como lo desconocido (visitas de aliens o las profundidades en agujeros abiertos en la tierra), las aguas profundas o ser secuestrado, una de las que más me eriza los nervios, son los terremotos.
Es una de las pocas cosas que los hombres no podemos controlar… aún.
El hecho de saber que esa fuerza destructiva y abominable es simplemente imparable me resulta escalofriante.
Prefiero morir en una guerra nuclear, que morir en un terremoto, y
experimentar, minutos antes de mi deceso, la terrible agonía y el pánico de ver
como todo el mundo se derrumba ante mis ojos, para después escuchar el crujido
de mis huesos, ahí en la oscuridad, sofocado por el polvo e imposibilitado de
moverme, aplastado por toneladas de escombros, junto a otras personas, pensando,
en mi mera tumba y eterna última prisión, mientras espero el último latido de
mi corazón colapsado: “¿Dónde está mi familia?”.
Y quizás tembló, por que hoy me vestí elegante.
Y quizás tembló, por que hoy me vestí elegante.