sábado, 9 de octubre de 2010

Epifanía

Caminando yo iba, por un bosque de ensueño
Y el sol, en lo alto, sobre mi se alzaba
Cielo azul, hermoso como el agua clara
Sol brillante, cálido como el amor de un niño

Sin rumbo y perdido, caminando por doquier
Guiado por el vaivén de un viento perfumado
De pronto, me encontré frente a un hermoso lago
Y a la orilla, bajo la sombra de un árbol, me desplomé

Tirado… respirando la humedad, sintiendo mi corazón latir
Y de la tierra su rugir, del agua su rumor y del viento su fragancia
Miraba el cielo con melancolía y las hojas secas caer con gracia
Cuando escuche mi nombre, que al lago le oí decir

Como un susurro me llamaba, tan suave y tan hermoso
Y yo, hipnotizado, a la orilla me postré, contemplando su brillo
Era como un espejo que reflejaba al sol, al cielo y a mi rostro
Miré al cielo, sobre el claro, y el sol en lo alto también se asomó

Arrodillado a la orilla del lago, mi reflejo contemplaba
Y en el fondo yo miraba que algo se movía
“Buenos días”, dije sin cobardía, pero nadie replicaba
“Buenos días”, repetí, y de pronto alguien me hablaba

“Buenos días joven, ¿qué quieres tu de mí?” la voz decía
Pero estaba tan perplejo que yo no le respondía
¿Era un pez, un sapo, una rana? No sabía y adivinar no podía
“¿Quién eres?”, Pregunté, pero de nuevo nada se oía

Y cuando estuve dispuesto a levantarme
La voz misteriosa volvió a llamarme
“No te vayas”, me decía, “ven a hablarme”
“Hace tiempo que nadie viene a buscarme”

Y me senté…

“Te comprendo”, le decía, “Yo también me siento solo”
Pero antes de terminar, la voz extraña me interrumpió
“Yo no dije que me siento solo”, replicó, “Solo dije que quería platicar”
Y entonces, intrigado, pregunté “¿De qué quieres hablar?”

Por un momento hubo un silencio acogedor
Y después de un rato, el lago interrumpió
“¿Por qué te sientes sólo?”, preguntó
A lo cuál le respondí “No lo sé… sólo lo estoy”

Y de pronto sentí algo que al fondo me jaló
Una fuerza que de la nada provenía
Y al caer en sus aguas, cálidas como mi corazón
No sentí miedo, y mi soledad se desvanecía

Los peces, las plantas, los tesoros… Todo lo veía
Y en cada uno de ellos, reflejada, una virtud
Me sentí tan bien, sin ganas de salir, de respirar
Que, sin darme cuenta, lentamente me disolvía

Y cuando ocurrió, cuando rastro de mi ya no quedaba
Me vi formando parte de todo lo que el agua era
Y no sólo eso, El Lago, la Tierra, el Bosque, El cielo, el Sol
Todo en perfecta armonía formaba parte de mí ahora

Y, de nuevo, escuché la voz que me decía “¿Aún estás sólo?”
“No, ya no” le respondí, pues ahora comprendía
Y es que en esa extraña alegoría pude ver con claridad
Que estando tan cerca de todo no hay espacio para la soledad

Y desperté…

Me encontraba recostado, bajo la sombra del árbol y su grandeza
Con la tierra bajo mi cuerpo, el viento perfumado, y el sol de atardecer
Y después vi, sobre mi pierna, una linda mariposa que descansaba
“Qué hermosa eres”, le dije, y la miré mientras volaba

Y mientras se alejaba comprendía la epifanía
Pues la verdad ya revelada no podía ser más clara:
Estando rodeado de cosas hermosas no hay motivo para sentirme solo
Mucho menos sabiendo que yo también soy un milagro después de todo




*****

Un pequeño poema que acabo de escribir, como no llegué a mi trabajo por levantarme tarde, decidí ponerme a escribir un rato.

¡Cuídense! Ojalá les guste.